Argentina perdonó en ataque, falló en defensa y se despidió de la Copa del Mundo con un solo triunfo y preocupación para el futuro.
Fin del ciclo, y de la esperanza milagrosa que siempre esconde el deporte. Sobretodo el fútbol. Pero aunque en el fondo sea un juego, haya siempre posibilidades y la "fortuna" a veces tuerza la historia, también en el fútbol los trabajos bien programados y ejecutados a largo plazo rinden mejores frutos. Y sin ese proyecto, queda todo librado al azar y casi siempre termina mal. Generalmente no nos gusta ver eso y es normal que ante un fracaso deportivo se escuchen quejas sobre un penal no cobrado, una expulsión dudosa, una sanción excesiva, antes que reconocer que no se hizo el trabajo de la mejor manera.
Como en los últimos diez años, Argentina padeció en campo su falta de planificación y proyecto a largo plazo en selecciones. Ya no es sólo en las juveniles, sino en toda la estructura deportiva de AFA. Eso no quita que sigamos siendo competitivos. Claro que no. Tenemos un país de más de 40 millones de habitantes donde se juega al fútbol, en distintas versiones, en todos lados. Somos habilidosos y dedicados. Tenemos ciertas estructuras y las posibilidades de captar buenos talentos desde jóvenes son muy reales y concretas. Muchos clubes trabajan bien y eso se nota.
Material, entonces, hay y del mejor. Pero ese buen trabajo que se realiza en muchos lugares hace tiempo que dejó de hacerse en AFA. Todos añoramos la era Pekerman. En algo así como una década, el proyecto de José construyó una base que terminaría logrando títulos en juveniles, dos oros olímpicos e incluso, ya tiempo después, un subcampeonato mundial. Sin embargo esa era cobra importancia no solo por los logros, sino también por sentar la base de algo que no existía en AFA. Cuesta decirlo, pero ese proyecto pudo haber sido mucho mejor. Se hizo todo lo contrario.
Tras la salida de Pekerman luego del Mundial 2006, AFA comenzó su danza de nombres por la estructura de juveniles. Ninguno a largo plazo, ninguno con una idea de juego a plasmar por varios años. Lo parchamos, entonces, con tremendos jugadores en la mayor y buenos pibes en inferiores. Solo que con el error usual: no mirar más allá. Ni en el tiempo ni en el espacio. Las sucesivas selecciones comenzaron a mirar únicamente a lo más sencillo, pedir prestados jugadores a los clubes capitalinos. Sin duda los hubo, y los hay muy buenos. Pero eso cerró una puerta a muchísimos jóvenes de todo el país, sumado a la reticencia de varios clubes de cederlos.
Con un espectro reducido de posibilidades para citar, con una base que cambiaba constantemente de convocatoria en convocatoria, con entrenadores que duraban un sudamericano+mundial (si se clasificaba) y sin una idea de juego preestablecida para desarrollar, el resultado final no podía ser auspicioso. Se jugó y se ganó en algunas ocasiones, pero ya la vara mundial había quedado muy alta. Otras selecciones de diversas partes del globo fueron trabajando, progresando, acortando y en muchos casos superando la distancia que existía técnicamente.
De allí que muchos se sorprendan por una derrota ante Corea del Sur, o mismo ante Venezuela, recordando otras épocas. Ahora esos países trabajan de manera seria, proyectan, construyen. En muchos casos siguiendo un camino que nosotros iniciamos hace años, pero que abandonamos.
No es la intención augurar pesimismo con todo esto. Como dije antes, talento y material tenemos en abundancia. Volvamos al trabajo continuado, a los proyectos, establezcamos una idea y la desarrollemos en el tiempo. No se ganará siempre, como no se ganó siempre antes ni mucho menos ahora. Pero es la única manera de no llegar a un mundial esperando que todos los demás pierdan para pasar de fase. Siempre habrá tremendos jugadores surgidos aquí que podrán complementar a la hora de la selección mayor, pero no nos encandilemos. Sin la base, todo es más difícil.
Miremos a los clubes que trabajan en inferiores. Dupliquemos y tripliquemos las convocatorias en el interior, como se hace en otros deportes. Ampliemos el espectro y trabajemos con la mayor cantidad de chicos posibles. Que jugar en la selección sea un sueño y no un peso para los chicos y los clubes. Recuperemos una identidad, que al fútbol lo llevamos adentro desde siempre.
Por lo pronto, la culpa de la eliminación no puede caer sobre estos chicos. Jugaron mucho mejor que en Ecuador, y por dos partidos con errores no pueden ser los crucificados de esta historia. Sí los dirigentes, que pretendieron apostar a los milagros que (casi) nunca suceden.
RESULTADOS MUNDIAL COREA DEL SUR 2017
Por: Marcos Bernaola